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LUMINARIAS DE SANTA LUCIA.

 

     Se trata una de las costumbres más antiguas y populares de La Nava de Abajo. Cada plazoleta y cruce de calles, representando a un grupo de vecinos,  organiza su propio fuego entorno a cual se reúnen los que allí viven para dar calor y cobijo a la tradición.

    

    Esta usanza conservando su esencia primitiva, centrada en el fuego y la convivencia entre vecinos, hace de la fiesta rememorar el sentimiento de pertenencia al “barrio”, hoy muy diluido por la gran mengua de población sufrida en nuestro pueblo en el último medio siglo..

 

     La costumbre arraigada de encender grandes hogueras en honor de Santa Lucia, para que la patrona te guarde la vista, se remonta a muchos años atrás, cuando los vecinos de todas las edades recogían leña, rastrojos e incluso enseres de madera para quemar y avivar las lumbres repartidas por el pueblo

 

      El trabajo previo de amontonar leña y resto de enseres lleva varias semanas y en cada zona la tarde del día 12 de Diciembre, víspera de la conmemoración o festividad de la Santa.-

 

     Las hogueras se encienden y la tarde-noche de un 12 de diciembre de un año cualquiera, los habitantes del pueblo tienen preparadas sus “luminarias”, que serán consumidas por el fuego en el anochecer de este día, víspera de santa Lucía, abogada de la vista.

 

     Como ya hemos dicho, muy de mañana son muchas las gentes que salen al campo para traerse su haz de romeros o bojas para quemar en la “luminaria” –hoguera– de la noche. Otros traen cargas de ramas de pino verde.

 

   En plazas y calles van apareciendo las luminarias: montones de leña verde –“cuanto más humo salga, mejor”– sin que falten a veces maderas o muebles viejos que han de arder entre el jolgorio de los más jóvenes y las miradas complacientes de los mayores.

 

   Se inicia el encendido de las hogueras al toque de campanas; familias y amigos se reunirán alrededor de su luminaria preferida, saludando con vítores a la Santa, y suplicando a la misma que les proteja la vista. Después de los primeros momentos, se impone la visita a otras “luminarias”. Los más jóvenes y atrevidos demostrarán sus cualidades atléticas y su valor, saltando por encima de las hogueras entre el humo y las llamas. Algunos sufrirán ligeros chamuscones y todos sentirán el lagrimeo de sus ojos a causa de las bocanadas de humo al impulso del soplo del viento.

 

    La fiesta continuará durante gran parte de la noche cuando ya consumidas las luminarias por la voracidad del fuego, sea el momento indicado de probar la zurra y el aguamiel.

 

    Las mujeres mayores jugarán la tradicional perejila, los hombres se juntarán para la partida de julepe mientras los más jóvenes bailarán hasta bien avanzada la noche, incluso hasta que los primeros albores de la Aurora indiquen la llegada del nuevo día. Se alarga con conversaciones hasta altas horas de la mañana en compañía del vino del país y las viandas que los propios vecinos preparan.

 

     Siempre con los deseos de recordaros costumbres y tradiciones de nuestro pueblo, recibir un saludo.

 

Oliver…………………………..

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